Hace tiempo mi Amo me propuso dar el paso de tener el collar de paseo. Para
todo sumisa es un alago, un orgullo poder disponer de él. Es una marca más de
pertinencia. Es un símbolo de unión. Símbolo de un paso más. En definitiva de
una unión mucho más fuerte.
Frente a la propuesta, mi primera reacción fue de nerviosismo, con muchas
ganas de hacerlo pero a la vez con cierto miedo. No había prisa, por suerte
siempre me da el tiempo que necesito o necesitamos para afianzar un nuevo reto.
Des de aquel día, tienda que veía de animales o lugar dónde vendían collares,
entraba, mira y tocaba. Era curiosa la reacción, era poner un pie en la tienda
y notar como una ligera excitación iba subiendo por el cuerpo. Paseaba, miraba
y en mi rostro…aparecía una ligera sonrisa de satisfacción.
El día menos esperado lo vi. Fino, de color suave, agradable el tacto y con
una pequeña medalla. No podía dejar de mirarlo, no podía evitar sonreír.
Parecía que lo había encontrado. Le hice una foto. Sí, aquel seria mi collar de
paseo, siempre y cuando mi Amo estuviera de acuerdo. Camino a casa no podía
dejar de mirar la foto y sonreír como una tonta.
Nerviosa y contenta me pongo en contacto con mi Amo, charlamos y finalmente
decidimos que sí, que aquel será mi nuevo collar de paseo. Ya está decidido. El
día siguiente por la mañana lo primero que haré será ir a buscarlo. Va pasando
el día, solo deseo que llegue el día siguiente, tengo una misión a cumplir y
tengo ganas de realizarla con éxito. Y sin ningún tipo de duda, aunque un poco
nerviosa, entro en la tienda, paseo, miro y finalmente respiro profundamente y
lo compro. Y está, ya lo tengo, sonrisa tonta y cogiendo con fuerza la bolsa
vuelvo a casa.
Una vez en ella, lo saco con mucho mimo de la bolsa. Lo vuelvo a mirar, le
quito la etiqueta y me lo pruebo. Me miro al espejo, lo acaricio ligeramente y sonrió.
Si me siento orgullosa por el paso que hemos dado. Pero ahora empieza la parte
más difícil, lucirlo fuera de las cuatro paredes de casa. Abro el cajón de la
sumisa, me lo quito y lo guardo.
Va pasando el tiempo y mi Amo no dice nada referente al collar. Allí está
guardado, de vez en cuando, al abrir el cajón, lo veo y lo toco ligeramente,
pero no lo saco. Solo lo miro y sonrió.
Pero ahora hará cosa de un mes…llego la frase: creo que ya estas preparada para lucir el collar de paseo. ¿Crees estar
preparada? Leo y releo la frase. ¿Preparada? ¿Lo estoy? No, sí, no lo sé. Me
siento nerviosa y a la vez con ganas de probarlo y llevarlo a cabo. Pequeños
pasos que son importantes, y aunque parece que no llegaran…al final llegan.
Después de pensarlo, no hizo falta mucho tiempo y darme cuenta de que si me veía
capaz, sin duda acepte el reto.
Desde que acepte el reto lo he llevado puesto unas seis veces. Y ninguna ha
sido igual. Cada ocasión la he vivido distinta, ni pero ni mejor, como ya he
dicho distinta. La primera vez que me lo puse lo llevaba ligeramente cubierto
pero muy segura de que no se veía. Aun así no podía dejar de tocarme el cuello
para asegurarme que no se veía. Estaba como algo inquieta y a la vez muy feliz.
El paseo duro media hora, y sinceramente, fue la media hora más larga de mi
vida, pero a la vez una media hora en la que me sentí orgullosa.
La segunda ocasión, también fue un ligero paseo. Pero en esta ocasión se podía
ver, camine con la cabeza bien alta, sin miedos, ni nervios. Me sentía segura,
pero al entrar en la tienda…automáticamente mis dedos se acercaron al cuello
del anorak y lo cerré hasta arriba. ¿Un pequeño fracaso? Si, tal vez. Aunque no
lo viví así.
En la tercera ocasión…vaya con la tercera ocasión. No fue una orden, fue
una propuesta. Y la acepte libremente. Mi Amo me propuso llevarla durante la
mañana de trabajo en la tienda de los fines de semana. Es decir de 8:45 a
13:30. Tuve tres días para tomar la decisión, pero no la tome hasta última
hora. El collar estaba dentro la bolsa, mientras me vestía no podía dejar de
mirarla, respirar profundamente e imaginarme con ella. La cogía varias veces y
la dejaba. Me la acercaba al cuello y la alejaba. Cerraba los ojos y los volvía
abrir. No podía dejar de preguntarme: ¿Estoy preparada? Cogí aire profundamente
y me respondí, sí, lo estoy. Así que la agarre con fuerza, me la puse en el
cuello, me acerque en el espejo, me mire, me observe, me guste y sonreí. Pero…si,
había un pero…rápidamente la cubrí con un pañuelo, y antes de salir de casa me
asegure de que no se pudiera ver. Camino al trabajo me iba diciendo, en cuanto
llegues la dejaras ver, pero no fui capaz. La lleve durante toda la jornada, estuve
nerviosa, cada dos por tres me tocaba el cuello, pero fui capaz de controlar el
impulso de ir al baño y quitármela. No la deje ver, pero la lleve. ¿Fue un
pequeño fracaso? Sí y no. Sí lo fue porque no se veía. No, porque fui capaz de
llevarla más de media hora y sin borrarse la sonrisa de orgullo de mi rostro. Tengo
muy claro cuál es mi objetivo, dejar que se vea. Porque en el fondo no pasa
nada, que la gente mire y piense. Pero puede dar mucha información y no sé si
quiero darla en el pueblo. Pero había roto
una pequeña barrera del reto, fui capaz de llevarla durante unas cinco horas. Para
mí…todo un logro.
La próxima ocasión en la que la volvería a llevar en el trabajo, seria
dentro de quince días, durante estos quince días, acordamos que la llevaría siempre
que pudiera por la calle, y ligeramente visible. Acepte, no pasa nada. Si la
gente lo ve, no pasa nada. Es un collar, mucha gente lo lleva porque le gusta,
porque es moda o simplemente porque sí. Si ellos pueden, yo también puedo. Y tengo
que lograr sacar de mi cabeza pensar lo que creo que la gente piensa si lo ven.
Pero estos quince días, por motivos que
no vienen al caso, se convirtieron en una semana. El tiempo que tenía para
hacerme a la idea, se vieron reducidos. Aunque creí que sentía preparada…fracase
totalmente. Solo fui capaz de aguantar una hora con el collar muy visible, pero
no visible del todo. Me sentía observada y en los ojos de la gente veía reflejada
la pregunta ¿pero que lleva? Me puse muy nerviosa, empezaba a picarme el
cuello, intente relajarme, respirar profundamente, yo soy más fuerte que la
mente, pero no funciono. Dirigí rápidamente las manos al cuello, desabroche el
collar y la guarde. Tenía ganas de llorar, y os puedo asegurar que si hubiera
estado en mi casa lo hubiera hecho. No había sido capaz de superar el reto, y
cuando fracaso, aunque lo gestiono mucho mejor que hace tiempo, aún me sigo
viniendo abajo. No he tirado la toalla, mañana cuando salga a comprar me la pondré,
paseare con la cabeza bien alta e intentare resistir la tentación de cubrirla.
Soy fuerte y lo lograre, tarde lo que tarde, lo logre.
Quiero lograrlo, quiero llevarlo con orgullo y satisfacción. No para
anunciar que
soy, sino por satisfacción propia. No necesito que la gente sepa
que soy una sumisa. Solo necesito saber que mi Amo está orgullosa de mi y que
satisfago sus necesidades.
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