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diumenge, 10 d’agost del 2014

MARCADA

Llegó el verano, si lo se hace un mes, aunque estoy segura que mucha gente se está quejando porque no hace el verano que les gustaría, aquel verano en el cual puedes ir a la playa, tomar el sol y dejar que este, bronce tu piel y deje las marcas del biquini.

Hay quienes les gusta lucir este tipo de marcas, mostrar a todo el mundo que esta bronceado, o mejor dicho, quemado. Se siente orgullosa y feliz por sus marcas blancas del sol, se siente feliz y más guapa. Otras preferimos lucir otro tipo de marcas, aquellas que ha dejado sobre tu piel, no el sol, sino una buena fusta, una buena pala o una buena mano. Son marcas que quedan escondidas bajo la ropa, pero nosotras sabemos que están. No son blancas, son de color, y no son del sol, son mucho más especiales, son marcas de dolor, de placer y de orgullo y satisfacción. Marcas que te recuerdan quien eres, que disfrutas mirándolas, acariciándolas. Marcas que te recuerdan la sesión vivida y todo lo sentido. Marcas que te hacen única y especial, no todo el mundo las puede lucir, al contrario que las marcas del sol, no eres la única chica que las lleva y las muestra. No eres única por llevarlas. Eres una más. O al menos, eso creo yo.
Así que yo, este verano he ido luciendo las marcas de mi Amo. Unas marcas bonitas dejadas por la pala, azotando fuerte y sin aflojar, el culo, que con orgullo te pertenece. Unas marcas realizadas por la pala que yo sostenía, pero aun así, eras tu quien me azotaba con fuerza. La sesión duro tres días, con un día de descanso, entre sesión y sesión.
La primera sesión fue la más intensa de todas. ¿Cuántos azotes recibí? Perdí la cuenta, lo que si se es que era intensos, intentando azotar la parte marcada, la primera sesión tocaba la parte de arriba, el objetivo era marcar toda la zona, para llevarla bien bonita durante unos días. Esta primera sesión, iba con la primera sesión de control del orgasmo, la realice antes de la última sesión con explosión final, y creo que fue esta tensión la que me hizo azotar con energía, sin traspasar la línea marcada por la pala, dando con fuerza a la zona deseada. Después, al mirarme al espejo no pude evitar sonreír y acariciar la zona. Sí fue doloroso, sí dolía, pero sentir mi mano fría sobre la zona caliente la relajaba y aumentaba el placer que había sentido.

Al cabo de un día, llegó la segunda sesión, ahora tocaba azotar la parte del medio. Realizar esta no fue tan fácil como la primera, aunque la zona había descansado un día, la sentía sensible, cada azote la sensación se multiplicaba por dos y tenía la sensación que esta vez no resistiría tanto como la primera. Pero hice de tripas corazón, cerré los ojos y te vi sosteniendo la pala. Te vi azotando con ganas, no con la intención de dañar, sino con la clara intensión de hacer del culo una parte aún más bonita. Y así, con esta idea, empezaste a azotar, uno tras otro, sin pausa, buscando, no solo el color de las marcas, sino también mi resistencia. Sacar las fuerzas no fue fácil, pero salieron y logramos el segundo objetivo de la tarea, dale color a la otra mida del culo.
Una vez más las mire, las acaricie y lloré. No eran lágrimas de dolor, eran lágrimas de felicidad, de orgullo y satisfacción. La zona estaba caliente, agradecía las caricias de mi mano fría. Sentarse era una bendición, ya que al cerrar los ojos por el intenso pinchazo que sentí al sentarme me traía hasta tu lado, hasta tus brazos y eso no se siente cada día.
Y llegó el último día, tuvimos que aplazar la sesión. No por falta de ganas, sino porque las marcas me dolían y mucho. Eran pequeños pinchazos, cualquier roce me hacían ver las estrellas. Necesitaba descansar un poco más y que el dolor se relajara, las cuide y las mime, con crema, con agua fría. Y cuando los pinchazos desaparecieron llegó la última sesión. Una sesión que volvió a dar color a las primeras marcas, una sesión que volvió a activar todas las terminaciones nerviosas que hay en aquella zona, una sesión que volvió a llevarme hasta ti, que volviera a sentirme orgullosa y andar presumiendo de las fantásticas marcas que llevaba debajo de la ropa, con contacto directo al pantalón o falda. Recordándome de quien soy, de lo que había vivido y deseando que aquellas marcas duraran al máximo posible. Porque aunque sean más bonitas que las marcas que deja el sol en nuestra piel, estas son menos duraderas. Unas marcas que cuide con especial cuidado, masajeando la zona con crema, masajeando con mirada orgullosa y de satisfacción.

 En definitiva, ser azotada y marcada me encanta, lo disfruto mucho y creo que eso hace que mi Amo lo disfrute aún más. No es negare que, siempre, el primer día al ver las marcas primero pienso ¡joder! Pero después, al mirarlas, este primer pensamiento cambia por un… ¡me gusta!  Que lastima que no duren para siempre en la piel, pero si que están siempre en mis recuerdos y pensamientos.

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