Mi Amo siempre me dice: tu estado natural frente a mi es
estar completamente desnuda. Llegar hasta este punto, no ha sido fácil.
Ha habido un antes y un después. Ha habido un largo camino, mucha paciencia y
muchos mimos, o como se dice en lenguaje BDSM, mucho aftercare (cuidado posterior).
Una vez superado ese largo camino, e ir paso a
paso, subiendo un peldaño tras otro en su debido tiempo, soy capaz de mostrarme
como dios me trajo al mundo, a mi Amo. Ahora, cuando estoy frente a él, me
siento cómoda y segura. No negare que me gusta pasearme ligera de ropa frente
mi Amo. Contoneando la cintura provocativamente. ¿Funciona? No creo, pero me
gusta pensar que sí. Me gusta pensar que cuando lo hago mi Amo me mira y me
observa gustoso y deseoso. Pero aún así, hay momentos que logra sorprenderme y
ponerme nerviosa. Y eso sucede, cuando me encuentro sentada tranquilamente
sumergida en mis pensamientos, cuando no espero que suceda nada y de repente…muéstrame
ese coño.
Toca reaccionar y sin dudar, abrir bien las
piernas, abrir bien el coño y mostrárselo. En un primer momento estoy un poco
nerviosilla, con sonrisa tonta y sin saber dónde mirar. Intento no mirar a mi
Amo, aunque parezca que no me mira, sé que me está observando y eso me altera
un poco más. En la última ocasión, en la que me mostré a mi Amo, era invierno,
notaba como el frío iba invadiendo el cuerpo, notaba como el clítoris iba
reaccionando, no solo al frío, sino también a su mirada. Es en ese momento
cuando mi deseo va subiendo y voy necesitando que me uses. Así que entre los
nervios de la situación y los nervios de deseo, voy centrándome poco a poco,
voy evadiéndome de la situación y todo va volviendo a su sitio. De esa forma me
invade la tranquilidad y mi seguridad. Es en este momento cuando, puede pasar
el tiempo, rápido o lento, segundos o minutos, que estoy feliz y satisfecha de
mostrarme a mi Amo, sin barreras ni tabúes. Y sin preocuparme de lo que pasara
o no después.
Pero llegamos al segundo nivel. Ya no solo se
trataba de mostrarme a ti, sino también mostrarme a unos cuantos espectadores anónimos,
los vecinos. Ya sean los tuyos o los míos. La primera vez que llego la orden me
dejo en xoc. Tuve que leer varias veces la orden, para interiorizarla y
realizarla con total seguridad, entrega y satisfacción. Al principio solo era
ponerme frente la ventana, completamente desnuda y mostrarme. Una vez superado
este eslabón, llegó el momento de ofrecer a los espectadores, algo más que mi
cuerpo. Llego el momento de ofrecerles mi placer para su disfrute. Estoy feliz
de haber sido capaz de llegar al punto que estamos ahora.
Durante los últimos días que estuve junto a mi
Amo, me mostro a nuestros espectadores anónimos. En aquellos días me mostré a
ellos y les fui entregando, a mi Amo también, orgasmos increíbles. Hubo varias
ocasiones, en algunas, sola pero contigo observando y en otras, junto a ti.
En las primeras ocasiones, me dirigí a la ventana,
con seguridad y confianza, pero una vez frente a ella no podía dejar de mirar
hacia a un lado y hacia a otro, para detectar posibles espectadores, darme
cuenta que no hay nadie o que yo no lo veo y poder llevar a cabo la tarea con
más tranquilidad. En otra ocasión, una vez frente la ventana, mostré al mundo
mi parte más íntima, completamente abierta para ellos. En un primer momento con
los ojos cerrados, sin dejar de acariciarme, y para poco a poco, abrirlos con
la respiración más relajada y poder ver y disfrutar de los ojos que me miraban
a mí también. En esta ocasión, me pregunte:
¿Es otro tipo de humillación? Seguramente. Pero me sorprendí a mí misma disfrutando
del momento, controlando la situación y no sintiéndome angustiada. Sino cómoda
y tranquila. Y supongo que esto es a consecuencia, de que siempre me ha gustado
imaginarme que siempre ha habido observadores, que me gusta sentirme observada,
y aunque, es cierto que no sabemos si están, cabe la posibilidad, aunque sea mínima.
¿Qué en que ocasión disfrute más? Sin ninguna
duda, en las ocasiones que mi Amo me mostro al mundo. En la ocasión en que
estaba junto a mí, acariciándome, penetrándome,…usándome para que entregara el
cuerpo y el placer a nuestros espectadores. Hoy puedo decir, que me gusta que
mi Amo quiera mostrarme al mundo, para que vean mi entrega hacia él, para que
puedan disfrutar sin tocar. ¿Miedo? ¡No!, seguridad, placer, locura y
tranquilidad. Porque no tenemos nada que esconder.
Si, si, parece una contradicción ese post con unos de
los anteriores, titulado…humillación. Soy consciente de ello. Intento buscar y
encontrar una explicación, pero por más vueltas que le dé al tema, no la
encuentro. Supongo que esta situación no la relaciono con algo del pasado y
supongo que este hecho influye positivamente en estas situaciones, sesiones o
tareas.
Lo que sí sé, es que cuando algo no sale como yo
esperaba, tenéis que recordar que soy muy dura conmigo misma y siempre quiero
hacer las cosas bien, me vengo a bajo y empiezo yo misma a autocastigarme
mentalmente, cuando mi Amo, nunca me ha reprochado nada y siempre, siempre, después
de una sesión o tarea, haya ido bien o mal, han habidos cuidados posteriores, aftercare
(sí, me ha gustado esta palabra que he descubierto en el blog aprendiendo
sumisión, escrito por Sir Williams. Así que aprovecho para darle las gracias a
entender un poco más nuestro mundo), que me han ayudado a relajarme, a
centrarme y sobre todo a volver en mí, bajo o entre sus brazos, con o sin lágrimas,
siempre he tenido ese momento, yo le llamo momento mimos y gracias a ellos soy
capaz de interiorizar todo lo vivido, dosificar las experiencias y sacar, de
todas ellas, la parte positiva.
Porque…aunque
no tengamos una relación 24/7, soy tu sumisa, las 24 horas del día, pero nunca
dejo de ser yo. No me anulas como persona, y vivo feliz y segura a tu lado. Otra
vez más…gracias.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.