Para
quién no lo sepa, el BDSM también puede ser arte. Al menos des de mi punto de
vista. En esta ocasión mi Amo ha usado un lienzo en blanco, el cuerpo que le
pertenece, y un color muy especial, el rojo. ¿A quién no le gusta poder pintar
de ese color tan fantástico? Es la oportunidad de dar un toque especial e único
y a la vez lucirlo con mucho orgullo.
Por
si no lo sabéis, en este tipo de arte siempre hay dos artistas, el Amo y la
sumisa. En ocasiones el Amo es el artista directo y en otras ocasiones, lo es
la sumisa. Y durante dos semanas, el artista encargado de pintar el lienzo en
blanco he sido yo, bajo la estricta supervisión de mi Amo, siguiendo sus
indicaciones para que el resultado final fuera el mejor cuadro realizado en los
tiempos.
El
trabajo se realizó en dos ciclos, un total de dos semanas, pintando a base de
azotes cada día una zona diferente. Así el primer ciclo empezó un jueves y
finalizo un martes con un orden muy establecido: culo, teta derecha, teta
izquierda, coño, espalda y entre piernas. Para el siguiente miércoles volver a
empezar en el mismo orden y terminar el lunes por la noche.
Así
que cada día, después o antes de cenar, tenía la suerte de poder elegir el
mejor momento y dedicarme a pintar una zona del cuerpo frente la ventana del
comedor. Y cada día, al finalizar, sí a mi Amo le gustaba tenia premio. Evidentemente,
frente la ventana también. Así que siempre, antes de empezar, me colocaba
frente la ventada del comedor, con la persiana subida hasta arriba y la cortina
por la mitad. Respiraba hondo para relajarme, bien expuesta y entregada, para sin
dudar ni pensar en que podía haber algún espectador (si así fue el caso mejor
para él) empezaba azotar la zona elegida.
Durante
el primer ciclo realice 30 azotes intensos por lado en cada zona. Así pues,
unos 60 azotes diarios. Menos en las tetas que era una por día y en el coño. Durante
el segundo ciclo, la cantidad subió a 35 azotes por lado en cada zona
manteniendo la intensidad de los azotes, por regla general. Poco a poco la
artista fue pintando su lienzo en blanco, repartiendo los azotes para lograr un
color generalizado.
En
general eran azotes intensos y pausados, para sentirlos e interiorizarlos. Notando
como el cuerpo iba reaccionando, como se excitaba y se humedecía. Como el clítoris
se iba descapuchando, haciendo acto de presencia saludando a nuestros posibles
invitados. Azotes bien repartidos para intentar alcanzar toda la zona. Algunas zonas
son más fáciles de azotar uniformemente que otras. Azotes, que según el día,
fueron un poco menos intensos y más pausados, sobretodo en el segundo ciclo,
para lograr cumplir con los objetivos y dar lo mejor de mí.
¿Pero
porque variar la intensidad o para más a menudo? Puede que os preguntéis. Como he
dicho el director de la obra era mi Amo, pero tal y como me dijo antes de
empezar a pintar el cuadro yo tenía el “pincel” en mano, la batuta. Él ordenaba
y yo ejecutaba. Yo marcaba la intensidad y el número de azotes. Porque yo soy
quién mejor conoce mi resistencia al dolor y si soy capaz o no de superar ese límite
o no. Era muy consciente que la primera
zona marcaría el ritmo de las otras. Y no es lo mismo empezar por el culo que
por el coño. De esta forma cada día era el mismo número y la misma intensidad,
pero más o menos pausados, con más o menos paradas tácticas para relajar y
seguir, o con mezcla de intensidades. Según la resistencia o sensibilidad.
Y como
buena aprendiz, por poner todo mi esmero y empeño, cada día al finalizar de dar
color a la zona, mi Amo me daba el premio. Vaya premios. Siempre frente la
ventana, bien expuesta. Notando cuando introducía los dedos como había reaccionado
el cuerpo a los azotes. Buscando el orgasmo escondido y cuando llegaba al límite
aguando los segundos establecidos previamente por mi Amo. Empezaron a 10
segundos y se fue complicando hasta 18. Porque como dice mi Amo a este
nivel debe de ser difícil y duro para que el logro sea más satisfactorio. Os
puedo asegurar que no es nada fácil aguantar hasta 18. Pero poniendo todo mi
empeño y aguante lo logre. Puede que fuera más difícil aguantar el 16, 17 y 18,
porque no me había preparado bien mentalmente y porque no lo controlaba. Hasta 10/15
lo tenía controlado y logrado, pero no es negare que algunas veces estoy a
punto de perder el control. Pero por regla general, soy capaz de canalizar la necesidad
de explotar y hacerlo en el momento justo, ni antes ni después, en el tiempo
establecido. Así, que a día de hoy, creo que puedo decir que domino bastante la
técnica hasta 15. Y que de aquí para delante hay que seguir trabajando para lograrlo con más facilidad.
La
verdad sea dicha es que el resultado final del cuadro, ha sido fantástico. Se ha
logrado una composición de rojos y marcas únicas en el mundo que, solo yo, ha
podio lucir bien orgullosa por la tarea bien hecha. Han sido dos semanas
intensas, con días con mucha mejor resistencia que otros. Que día tras día ha
ido mejorando mi estado de tranquilidad y relajación. Que empecé por tener la
luz cerrada para evitar transparencias y termine buscando aquella que fuera tenue
y pensado que si se dejaba entre ver algo no pasaba nada. Otras ocasiones era
todo el contrario, estaba más inquieta y esperaba la oscuridad total de la
noche.
Pero
la cuestión es que artista y aprendiz, Amo y sumisa, han logrado con creces los
objetivos de la tarea: resistencia, intensidad y concentración. Y que los dos están
orgullosos del resultado final. Dejando claro que esta tarea, marca un antes y
un después.
Así
que una vez más, gracias Amo por la confianza que tienes en mí. Por enseñarme y
educarme. Por no perder la paciencia y por seguir queriendo domarme para que
llegue a ser la puta perra que te pertenece
que te mereces.
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