15-08-15
Los encuentros con mi Amo no son muy frecuentes y
por eso puede que penséis: cuando os encontráis lo dais todo. Y si, así es. Nos
entregamos el uno al otro. Hay entrega, haz azotes, hay sesiones de doma pero
también hay momentos íntimos. Aquellos momentos que son dulces, tiernos, suaves
y de mucha pasión. De hecho, esta última, la pasión, siempre esta, sea el
momento que sea. En los momentos íntimos no hay una fusta por en medio, no hay
dolor, solo hay placer y entrega.
En este nuevo encuentro, la segunda ocasión en los
meses de verano en el que hemos estado juntos, hubo dos momentos íntimos. Dos momentos
únicos y especiales, dos momentos tiernos. Y yo, ahora que estoy escribiendo
este post, me pregunto: ¿Es que a caso en una relación D/s no pueden haber este
tipo de momentos o sesiones? Pues yo creo que sí, y puedo afirmar, que yo los
tengo. Y me gusta tenerlos. Me gusta llegar al placer a través del dolor, me
gusta entregarme a mi Amo en cuerpo y alma y seguir sus directrices. Con el
dolor, con sus órdenes mi cuerpo, el que le pertenece a mi Amo, reacciona, se
activa y a través de las sesiones y tareas entrego a mi Amo todo mi placer. Y durante
los momentos íntimos también se lo entrego, pero llego a él a través de otras
sensaciones: caricias suaves, voces susurradas,… son momentos de fantasear, de
dejar volar la mente y llevarla más allá de la realidad. ¿Fantasear? Si,
fantaseamos en sesiones bdsm que a día de hoy no se han dado: estar en una
mazmorra, tener público,… Estos momentos íntimos también son momentos en que el
cuerpo es dominado por unas manos tiernas, si las misma manos que ayer me
azotaron. Son momentos en que el cuerpo es dominado por unos besos tiernos
procedentes de una boca que antes de ayer mordió los pezones. Son momentos que
el cuerpo es dominado por el Amo dulce que forma parte del Amo severo que me
usa con fuerza, que me azota intensamente en otras ocasiones. Son momentos
donde se respiran otras sensaciones, donde otros sentimientos florecen y salen a
la luz sin control ni censura. Momentos únicos dónde los dos jugamos a
querernos.
Sí, los dos necesitamos el dolor para nuestro
placer, pero también necesitamos ternura de vez en cuando. Momentos de mimos,
de besos, de caricias. Pero sin dejar de lado el control de la situación. Mi Amo
manda, controla y yo obedezco. Pero estos momentos íntimos, cuando aparecen me vuelven
loca.
Algunas veces, durante estos momentos, o en los
otros momentos, mi Amo me susurra al oído “guarradas”. No sabéis como me
activan esos susurros. Sí, me gusta escuchar lo que me haría y me gusta decirle
lo que me imagino yo. Mi fantasía personal y a la vez nuestra fantasía
conjunta. Encontrarla e imaginar: que haría, dónde lo haría (un potro,…),
imaginar que hay otra gente mirándonos, o participando. ¿Quién ha dicho que
estos momentos íntimos no pueden ser intensos?
Descubrir que las “guarradas” me activan se dio en
uno de esos momentos. Nunca imagine que mi cuerpo se pudiera activar con ellas
y mucho menos que pudieran salir de mi boca, sin censura, sin control, diciendo
lo que me pasaba por la cabeza y lo que aquel momento imaginaba o sentía. Es aquí
donde floreció otra parte de mí que era desconocida para ambos. Cualquier ocasión
es buena para conocer un poco mejor a la persona que forma parte de tu vida.
Bajo los susurros de mi Amo, bajo sus suaves
caricias hay un cuerpo que va activándose, un cuerpo que se va humedeciendo,
unos pezones que se van endureciendo, un cuerpo que disfruta de la suavidad
igual que de la dureza. Sí, me gusta ser dominada por mi Amo, pero también me
gusta disfrutar de mi compañero. Todo es posible, todo se puede compensar con
las necesidades de cada momento. Hay momentos para todo. No están escritos ni
pactados. Llegan cuando llegan y se deben disfrutar en cada momento. Así que seguiré
entregándome en los momentos de tortura, en los momentos íntimos y en los
momentos en que mi Amo lo desee. Pero al igual que hay sesiones duras e
intensas y hay castigos, también están nuestros momentos íntimos, dónde la
entrega, el control y las practicas BDSM no desaparecen. Cada encuentro es único,
es especial y lo que el tiempo me ha enseñado es que no puedes ir con una idea
hecha, porque cada ocasión es diferente. Así que día a día, encuentro tras encuentro
nos vamos descubriendo y nunca son iguales. Eso es lo divertido. No se puede
planear, no se puede esperar, solo hay que dejarse llevar.
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