Hace
tiempo os prometí un post que hablara de las sesiones de azotes.
Llega un poco tarde pero por fin llega.
Aún
me sorprende los cambios que he vivido hacia ellos. De no querer
saber nada, por miedo, desconocimiento,... a desearlos. Son dos
sentimientos completamente opuestos pero con el tiempo algo que se
desconoces al final te puede acabar gustando. Pues esto es lo que me
pasa a mi con ellos.
Antes
solo con oír la palabra azotes me asustaba y me llevaba malos
recuerdos, recuerdo de cuando era una niña. No es que me azotaran
mucho pero algún que otro cachete en la cara o en el culo me había
llevado. Pero eso ya es agua pasada, y ahora deseo sentir la mano de
mi Amo, la pala, la fusta o el gato de colas encima de mi piel
azotándome.
La
parte más difícil de todo era auto azotarme, ahora soy capaz de
llegar hasta los 110 y logran que me humedezca, hasta en alguna
ocasión he estado al limite de llegar al orgasmo, pero de momento no
lo logro. Pero estoy convencida que con el tiempo lograre alcanzar el
reto.
Cuando
realizo una sesión de azotes me gusta empezar suave, para
acostumbrarme a ellos y poco a poco ir subiendo la intensidad, hasta
el punto que con la pala me quede el culo marcado, uno bonitos
cardenales, que la primera vez que aparecieron me maldecí un poco,
por haber sido tan bruta, pero al cabo de un rato me gustaba mirarlos
y recordar lo que había sido capaz de realizar.
Si,
durante unos días es difícil sentarse sin sentir dolor, pero a la
vez cada vez que lo sientes te viene a la mente lo vivido y te hace
sentir orgullosa de ti. Es una marca que nadie sabe que es, y debes
procurar que nadie te la vea, pero tu y tu Amo saben lo que son y te
hace sentir feliz de poder presumir de aquellas marcas y lucirlas con
mucho orgullo.
La
ultima vez, lucí las marcas durante una semana y pico, los primeros
días cada roce, cada movimiento dolía y me hacia recordar la sesión
de azotes que realice para mi Amo, pero al cabo de unos días tenia
que ponerme frente al espejo para poder verlas y volver a sentirme
orgullosa de ellas. Tengo que confesar que lo que más me gusta de
después de una sesión de azotes, es sentir las dulces caricias de
mi Amo para relajar la zona. Pero a veces la sesión es sin él a mi
lado y me toca a mi mimarme, me gusta el momento de ponerme la crema
e imaginar que son sus manos quien da el masaje en la zona. Es un
gran momento y estoy de feliz de llegar hasta dónde estoy llegando.
Con
paciencia y realizando un paso detrás de otro se puede llegar mucho
más lejos que si se tiene prisa y no se valorar lo que se tiene.