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El día empezaba a despuntar, los rayos de sol se
colaban entre las cortinas de la habitación y caían encima del dormido cuerpo
de Aryan. Su respiración era pausada y tranquila, la noche anterior había sido
intensa y no se veía con fuerzas para abrir los ojos. Eragon la miraba en
silencio, con ganas de tocar, no solo aquel cuerpo que le pertenecía, sino también
a su chica. Llevaba dos horas despierto, contemplándola y ya no podía más.
Necesitaba volver a someter a su sumisa, llevaban demasiado tiempo lejos el uno
del otro. Así que no lo dudo y la empezó a despertar, acariciando suavemente su
cuerpo, besándolo y susurrándole:
-Buenos días mi perrita. Vamos jugar.
Aryan se dio la vuelta y medio dormida y con una gran sonrisa le dijo:
-Será un placer mi Amo. Aquí tienes a tu cuerpo.
Aryan se dio la vuelta y medio dormida y con una gran sonrisa le dijo:
-Será un placer mi Amo. Aquí tienes a tu cuerpo.
No lo dudo dos veces y la beso con pasión mientras la iba despojando de la ropa interior. Sus manos empezaron a tocarla de forma juguetona. Sin dejarse ningún rincón para explorar. Empezó por los pechos, acariciándolos suavemente e intercalando pequeños pero fuertes pellizcos en los pezones. Sentía como su sumisa iba subiendo de temperatura, como se movía bajo sus manos, ella quería más igual que él. Le gustaba sentirla gemir de dolor y placer, aquello lo excitaba mucho más. Pero no se quedo allí, fue resiguiendo aquel hermoso cuerpo hasta encontrarse el sexo. Su perrita estaba caliente.
-Bien mi putita, veo que ya empiezas a estar como a
mi me gusta.
-Si mi Amo, solo sentir tu voz y tus manos sobre mi, el cuerpo ya reacciona.
-Así me gusta.
-Si mi Amo, solo sentir tu voz y tus manos sobre mi, el cuerpo ya reacciona.
-Así me gusta.
Así que prosiguió, tocando y torturando su clítoris,
lo quería abierto del todo y a ella bien húmeda. Iba a jugar y hacer que los
dos disfrutaran. Sabia que ella deseaba sentirlo dentro pero no le iba a dar
aquel regalo, de momento.
Aryan estaba cada vez más caliente, empezaba a desearlo,
necesitaba y quería sentirlo dentro de ella, pero aun no era el momento de
pedirlo. Tendría que esperar y seguir disfrutando de las caricias de su Amo. No
lo podía evitar cada caricia el cuerpo reaccionaba y su placer aumentaba y no podía
contener sus gemidos.
De repente dejo de sentir las manos de Eragon.
-No por favor, no pares- pensó por sus adentros.
Eragon se levanto y se fue en busca de una vela. Pero se tomo su tiempo disfrutando del estado nerviosa que iba cogiendo Aryan. Le gustaba provocarla, no aguantaría mucho sin quejarse. Y no se equivoco.
-Mi Amo... ¿donde estas? Por favor no me dejes así.
-Mi perrita, ya sabes que aquí mando yo y hago lo que quiero. Así que serás castigada por eso.
-Mi perrita, ya sabes que aquí mando yo y hago lo que quiero. Así que serás castigada por eso.
Aryan se maldecía por haber abierto la boca, pero
la torturaba no saber nada de su Amo y el inmenso silencio que la rodeaba.
Eragon la giro con fuerza.
-Prepárate putita, voy a darte un merecido castigo.
No quiero sentir nada. Solo tu respiración. ¿Entendido?
-Si mi Amo.
-Muy bien. Abre las piernas.
Aryan sabia que seria duro. La iba azotar en el
sexo, eso no había problemas le gustaba pero no sabia si seria capaz de
aguantar sin decir nada.
Los azotes empezaron, uno detrás de otro. Solo se
escuchaba el ruido de la mano al chocar con el sexo. Había perdido la cuenta.
Estaba concentrada en morderse la lengua. Pero ya no podía más. O paraba o se
le escaparía una queja. Cuando estaba a punto de abrir la boca, Eragon empezó a
calmar la zona, señal de que el castigo había terminado.
-Muy bien perrita. Eres una campeona.
-Muy bien perrita. Eres una campeona.
Ella no digo nada. Estaba a punto de llorar y
estaba intentando contener sus lágrimas, pero sin éxito. Eragon, la
calmo, secándole las lágrimas y diciéndole palabras de consuelo. Poco a poco
fue recuperando la compostura y se dio cuenta que estaba a punto de explotar. Sabía
que con otra caricia no lo podría controlar y explotaría. Pero ella lo quería
dentro. Y después del castigo no sabia si pedirlo.
-Muy bien, vamos a seguir. Vamos a jugar con la
cera. Recuerda que no te puedes correr sin pedir permiso.
-Si mi Amo, lo sé.
Las gotas de cera empezaron a cubrir los pechos,
una gota un gemido. El orgasmo iba creciendo, quería dejarlo salir pero aun no
era el momento. La cera continúo cubriendo el sexo, al estar sensible por los
azotes, las gota eran más dolorosas, pero aumentaba más el placer. Ya no podía
más, se iba a correr.
-Me voy.
-Me voy.
-No puta, aun no.
-Por favor mi Amo no puedo más.
-Aguanta. Si que puedes.
Sigo sintiendo las gotas, sintiendo como el orgasmo
subía y ya no lo podría contener más. Solo necesitaba el permiso de Eragon.
Como si le hubiera leído la mente, ese le dijo.
-Ya perrita, ¡córrete!
Y sin decir otra cosa se dejo ir. Aquello fue
espectacular. Entregar a Eragon aquel orgasmo la dejo feliz y orgullosa pero
aun se sentía llena de placer y él lo sabia. Así que sin pensárselo dos veces
la penetro con fuerza y ganas.
-Perrita eres libre. Te puedes correr cuando lo necesites.
-Gracias mi Amo. Te quiero.
-Gracias mi Amo. Te quiero.
No lo pudo evitar. Le estaba dando aquello que
deseaba sin haberlo pedido. No iba a aguantar mucho. Necesitaba vaciarse y
sentir a Eragon dentro la mataba y más notar como su pene iba creciendo. Estaba
a punto...
Si, había roto su promesa. Se había dicho a él mismo que no se lo daría, pero él también necesitaba sentirla y no lo dudo y la penetro. No paraba cada vez más rápido. Sentir sus gemidos lo aceleraban. Los dos se miraron y llegaron al clímax.
-Gracias mi Amo. Ahora si, todo mi placer es tuyo.
-De nada mi perrita. Gracias a ti para dármelo todo.
Lentamente se recuperaron. Se vistieron, desayunaron y con una gran sonrisa se fueron a descubrir la isla que tenían bajo sus pies.
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