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dimecres, 23 d’abril del 2014

DE NUEVO JUNTO A TI (II)

CERA
Uno de los momentos más duros de estos días junto a ti, mi Amo. Una de las sesiones más duras. Fue la segunda parte de un castigo anterior. Aunque fue un momento muy duro, fue mi primer contacto con la cera en algunos lugares del cuerpo: espalda, barriga y entre los pechos.
Sentada en el sofá, me ordenaste que fuera a buscar la vela, me levante y feliz la fui a buscar, me imaginaba que seria lo de siempre, y me encanta jugar con la cera, activa todo los poros del cuerpo. En cuanto llegue frente a ti con la vela en mano, me ordenaste que me tumbara sobre tus rodillas. En esta posición, en un primer momento creí que empezaríamos con una sesión de azotes en el culo, pero una vez más me confundí y lograse sorprenderme. Me desarmaste. Como siempre. Te moviste ligeramente para coger la vela, empecé a mentalizarme en que las gotas mágicas de la cera caerían en el culo, pero la primera gota cayo directamente en medio de la espalda. ¿Qué sentí? Dolor, mucho dolor. Una sensación de quemarme. No me lo esperaba, aunque las gotas caían despacio, una tras otra, en distintas zonas de la espalda, estaba tan tensa que cada gota era un sufrimiento. Un para pero sigue. Por un lado quería salir de allá, pero por otro me quería quedar. Poco a poco fui relajándome, fue entonces cuando el cuerpo fue aceptando y reaccionando bien a cada gota, cuando ya era capaz de empezar a disfrutar del momento, las gotas cambiaron de zona para empezar a caer directamente en medio del culo. No lo puede evitar: chille, llore, patalee y te suplique que pararas. Pero tu suave voz me calmo y ayudándote de suaves caricias con tu mano encima de la zona dolorida, me calmaste y me animaste a continuar.    

Sí, fue una nueva sensación que lleno la parte trasera del cuerpo de cera, sintiendo como esa se adherí al cuerpo e iba dejando pequeñas marcas, para poder lucirlas después con mucho orgullo. Sí, fue un momento muy duro pero a la vez lleno de grandes momentos, una vez más fue un momento íntimo entre tú y yo. Otro gran momento nuestro, que disfrutamos juntos, y que no dudaría en volver a repetirlo.
Pero la sesión continuó en la parte delantera. Esta vez era mi mano quien sostenía la vela, la encargada de cumplir tus órdenes. La mano me temblaba, aún sentía el dolor en la espalda y sabía que la cera azul quemaba mucho más que cualquier otra. Ya había experimentado con cera blanca y cera verde. Pero esta…quemaba mucho más. Cerré los ojos, respire hondo y obedecí las órdenes: cubre las aureolas. Despacio y con mucho cuidado empecé. Cada gota era un suplicio pero a la vez era una fuente de placer. Notaba como el cuerpo empezaba a reaccionar y el deseo de sentir tus manos sobre mi aumentaba. Ahora rodea el ombligo. Otra zona virgen en cuanto a la cera. Haz una fina línea de cera en el borde el sexo, dibuja un corazón entre los pechos. Entre lágrimas, suspiros y algún pequeño gemido lo logre. En algún momento pare, necesitaba respirar un poco, mirar fijamente los ojos de mi Amo, para que con su mirada me animara a continuar, y así seguir adelante.
Sentí todo el cuerpo dolorido, deseando quitar la cera y a la vez deseando que me usaras. Sentía mucha tensión y sabía que en algún momento, para relajarme empezaría a llorar y a necesitar un abrazo tuyo. Aunque sabía, que seguramente no lo harías. Aquello era un castigo, y los castigos no llevan premio. Aún así, cuando termino me sentí feliz y orgullosa. Una vez más lo había logrado.
Fue un momento duro, pero muy bonito. Una vez terminada la sesión de cera llego la sesión de fotos para que quedara para siempre este acto grabado. Finalmente llegó el momento de despegar la cera del cuerpo, con tu mirada fija en el cuerpo, lentamente empecé a quitarla, a disfrutar de la sensación que da al quitar la cera, y a observa las pequeñas pero bonitas marcas. Me gusta mirarlas y acariciarlas, es tu recuerdo y lo quiero grabar en mi retina. Pero llegó el momento de quitar la cera de la espalda, con tu voz suave me pediste que me tumbara y con suavidad y ternura me la quitaste. Era como si muchos mosquitos me picaran a la vez. Fue un momento de felicidad y de mimos, para mi fue el pequeño premio de la sesión. Sentir como quitaba la cera, no solo me relajó, sino que también me sentí mimada y protegida.
En definitiva, todos los momentos contigo son duros pero a la vez tiernos. Todo en su momento y en su medida adecuada. 

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