EL CINTURÓN
Durante la semana que estuve
al lado de mi Amo descubriendo la fantástica isla que teníamos bajo nuestros
pies, también puede descubrir nuevas sensaciones, entre ellas la sensación de
sentir el cinturón sobre mi piel. La primera vez tenía un poco de miedo pero a
la vez me moría de ganas de tener una nueva experiencia. Sabía que dolería,
pero a la vez sabia que seria capaz de aguantar los azotes con el cinturón y
descubrir mis sensaciones.
La primera vez fueron un total
de quince azotes con cinturón, sentir como el cuero picaba sobre mi piel y le
daba el color que le gusta a mi Amo, provocaba que mi placer aumentara. La
mezcla de dolor, querer para pero a la vez pensar y sentir en boca de mi Amo
que yo puedo, me ayudo a relajarme y a poder disfrutar mucho mejor del momento.
Cada pequeño pero fuerte azote tensaba mi piel, ponía erectos mis pezones y las
cosquillas interiores iban creciendo mientras el sexo se humedecía de forma
increíble. Fue un momento un poco duro, pero como todo en el bdsm hay la parte
dolorosa y la parte placentera, en realidad la parte doloroso estimulaba mi
placer, pero cuando mi Amo empezó a relajar la zona azotada con dulces caricias
y suaves besos, el placer no hizo más que aumentar. Después de la sesión de
azotes mi Amo me uso a su antojo y os puedo asegurar que el orgasmo que le
entregue fue increíble, de aquellos que va subiendo lentamente y cuando explota
y sale al exterior, con el previo permiso de mi Amo, fue espectacular. Hoy
después de casi una semana, cierro los ojos y soy capaz de reproducir en mi
mente aquel momento. Con solo recordarlo el cuerpo reacciona.
No puedo omitir, que después
de esta pequeña pero gran sesión de cinturón, llore un poco. Lloraba no solo
por descargar toda la energía acumulada durante la sesión, sino también de
felicidad, de pensar que algo que me daba miedo, lo había superado y solo
deseaba volver a sentir el cinturón sobre mi cuerpo. Mi Amo se puso muy
contento, pero me dijo que la próxima vez tendría que pedir que me azotara con
el cinturón. Evidentemente, después de la magnifica experiencia que viví con el
cinturón se lo volví a pedir, y esta vez los azotes no fueron quince, sino más.
Ser capaz de superarme, aunque sea con lagrimas, me hace sentirme orgullosa de mi
misma, no solo por superarme sino también porque con paciencia y entrega voy
llegando a ser, no solo la sumisa que mi Amo desea, sino la que deseo ser yo. Hoy
puedo decir que no solo quiero a mi Amo, sino también que quiero el cinturón que
siempre le acompaña.
Si puede que mi doma sea
lenta, que mi evolución sea lenta, pero lo importante es que ese ritmo no pare
y que mi Amo y yo estemos satisfechos y orgullosos de nuestro camino.